Poemas


No hay nada más bonito que manejar las palabras, ni forma más bella que decir guapa sin haberlo dejado escrito. Por ello, se engrandecen las palabras y se gritan los guapas cuando se lo dedican en ellos.

ENTRE PALMAS Y OLIVOS
(A Nuestro Padre Jesús de la Paz)

No te sigo Señor en la jornada
De tu entrada Triunfal,
Cuando un Pueblo rendido te aclamaba,
¡Yo me quedo detrás!

Avanza en tu camino
Bajo el arco cruzado por las palmas.
Sobre alfombra de olivos.
To escucho desde lejos el ¡hosanna!
y yo no voy contigo.

Yo te espero Señor, allá en Bethania,
En las horas postreras del Domingo.
cuando vuelvas cansado y casi hambriento,
¡Sin palmas sin olivos! Y en el alma
La herida que más duele.

¡Ahora sí voy contigo! Aquí me tienes
Que quiero consolar el primer paso,
De tú Pasión que comenzó en Triunfo,
¡¡Para que tú les des, te siguen tantos!!
¡¡y para darte a Ti, Casi ninguno!!

Adela Medina
"
Gitanilla del Carmelo"

A LA VIRGEN DEL AMPARO
Salve, Virgen del AMPARO
Toda de oraciones llena,
blancor de nieve sin par,
¡ Salve, bendita azucena ¡

Jazmín que a Cádiz perfuma
tras la llama de su cera
nimbo de gloria infinita
jardín de nácar y estrellas.

Fuente de eterna verdad,
sagrario de la pureza,
perla cuajada del mar,
espejo de la realeza.

Que en la tarde que declina
con blanco tintes de sal,
sus dulces manos bendicen
tras el ritmo del varal.

Y ya en la noche escarlata
la brisa llora al compás,
de tus lágrimas nacientes,
blancas como el azahar.

Gabriel Solís

A NUESTRA SEÑORA DEL AMPARO
Jerusalén ardía de jilgueros.
Se colmaba de hosannas la mañana.
Olía a primavera y a besana
floreciendo de palmas los senderos.

Él venía tranquilo. Colmeneros,
sus ojos de mirada sobrehumana
mielaban su tristeza por la grama
copiándose en los ramos, los rameros....

Desamparada y sola le seguía
una virgen dulcísima de aromas.
Su corazón de niña presentía.

La sombra de la cruz cual alto faro.
Las manos de la Madre, ya palomas,
volaban tras del Hijo a darle amparo.

Ignacio Rivera Podestá

PAZ Y AMPARO
Con dulzura de niño te vi llegar
tiernamente me miraste,
palpitó tu corazón
y tú me lo entregaste.
fue tan grande tu ilusión
que con tus manos me amparaste.
Yo te di mi bendición
y como madre me trataste.
Siempre me estas sonriendo
alegrando mi corazón
viendo como despacito
te hiciste mi vestidor.
Me acarician los encajes,
los bordados me dan color
y esa rosa en mi pecho
que tanto me gustó.
No te apartes de mi lado
no me dejes por favor
me lo está rogando mi hijo
y te lo pido yo:
no dejes de ser nunca nuestro
Vestidor.

Poema dedicado por el Grupo Joven de la Hermandad al vestidor, con motivo de la entrega del premio Emilio L. Bartús del año 1.998